No existe en ningún sindicato del país un estatuto más antidemocrático que el actual de la UF. Esta obra maestra del fraude fue reformada en 2006 con la abierta complicidad del ministro Tomada.
Serán habilitadas sólo las listas que, además de presentar la totalidad de los cargos requeridos, acrediten por lo menos la mitad de las seccionales existentes al momento de la elección (Art. 107). Hoy son 32, luego de la creación de un nuevo par de seccionales, todas raquíticas, con un ferrocarril desmantelado nacionalmente. El 80% de los ferroviarios está concentrados en las áreas de Capital y Gran Buenos Aires. Pero esas seccionales de poquísimos afiliados tienen casi la misma cantidad de cargos que las del Gran Buenos Aires.
Si alguien quiere competir por el secretariado nacional de la UF deberá presentar por este procedimiento más de 420 candidatos, equivalentes a por lo menos 16 seccionales del país, más los avales respectivos por lugar. Sus firmas deberán ser avaladas, además, por un escribano, algo que no se exige en ningún gremio, tampoco para ser candidato a presidente.
Hay otros requisitos prohibitivos, como que las listas deben estar compuestas por distintas áreas ferroviarias del ámbito de cada seccional (diferentes ferrocarriles).
Los jubilados del ferrocarril cesan su afiliación de la UF automáticamente con el cese de tareas y deben ser reafiliados para participar de alguna lista, desconociendo una tradición histórica de la UF. Como las listas incluyen obligatoriamente jubilados, éste es otro difícil obstáculo. El cumplimiento del cupo femenino se hace imposible en las seccionales chicas del interior donde casi no hay compañeras.
En un procedimiento insólito (que no rige en ningún gremio argentino), la junta electoral no permite un frente de colores: acepta un solo color, impidiendo que los frentes únicos conserven la identidad de las agrupaciones que los forman.
El unicato de la ley de Asociaciones Sindicales tiene una versión extrema en el estatuto de la Unión.
Se trata de un mecanismo de “lista única”, que hoy tributa a la defensa del aparato criminal que mató a Mariano y sus negocios.
La batalla por la expulsión de la burocracia ferroviaria es una única lucha contra el estatuto "cárcel" y contra el poder político que los ampara.
Juan Ferro
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