4 de Octubre: los testimonios de la audiencia 24


Los testimonios de Osvaldo Vázquez y José Andino, militantes del MTR, ratificaron los hechos que ya fueron relatados en este juicio por decenas de testigos. Vázquez aportó la descripción de un tirador vestido con ropa oscura que disparaba con un arma a la altura de la cintura. Andino –que se emocionó al describir la agonía de Mariano- describió a otros dos tiradores: uno, con uniforme de trabajo que empuñaba un arma corta, y otro que portaba una escopeta. Este último dato es muy importante, ya que a uno de los heridos –Nelson Aguirre- se le extrajo un perdigón de plomo de una de las heridas de bala que sufrió en el ataque de la patota. Los compañeros también relataron que fueron amenazados e insultados al llegar a la estación Avellaneda por un grupo encabezado por Pablo Díaz. “¿Qué tal si empezamos ahora?”, le escucharon decir a Díaz. Afirmaron que Díaz conversaba fluidamente con los comisarios responsables del operativo policial sobre las vías. Una vez más, se escuchó en la sala –esta vez, en palabras de ambos compañeros- la denuncia contra los patrulleros de la comisaria 30 de Barracas, que le abrieron el paso a la patota en la embestida final contra la columna que estaba retirándose, que ya había sido apedreada por ella desde la altura del terraplén y reprimida con balas de goma por la infantería.
LEONARDO FRANZIN
El testimonio de Leonardo Franzín –obrero de los talleres de Remedios de Escalada desde hace 16 años y militante de la agrupación Causa Ferroviaria Mariano Ferreyra (Lista Gris) y del PO junto a Mariano- explicó la vida interna del ferrocarril y papel del sindicato conducido por Pedraza. De los talleres de Escalada salió el grueso del personal que participó de la patota. Muchos de ellos fueron llevados mediante engaños, ya que se les decía que iban a concurrir a un acto. Les puso nombre y apellido a los delegados que pusieron en marcha la convocatoria: “los que recorrían el taller eran Amuchástegui, Alcorcel, Arias, Toretta… Todos responden directamente a Pablo Díaz”. La salida de esos empleados en horario laboral fue autorizada por escrito por la gerencia de Recursos Humanos de Ugofe.
Leonardo Franzín
Sobre la organización gremial del ferrocarril, Franzín denunció que “el estatuto de la Unión Ferroviaria es restrictivo y, además, es desconocido para los trabajadores”. Explicó que no hay elección de delegados por sector sino ´lista sábana´, y que tampoco hay representación de las minorías en el cuerpo de delegados ni en ninguna otra instancia. Franzín contó que, a pesar de que su agrupación obtuvo entre el 30 y el 40% de los votos en las elecciones de la línea y que dos veces se impuso en los talleres, nunca pudieron a acceder a ninguna representación gremial.
También se refirió a la lucha de los tercerizados, en la cual la agrupación Causa Ferroviaria Mariano Ferreyra jugó un papel protagónico. “Cuando llegó Ugofe, se vino un aluvión de tercerizaciones”, dijo. “La más escandalosa fue la de Unión del Mercosur, que pertenecía al sindicato. Hacían trabajos de limpieza, que es un rubro que forma parte de nuestro convenio colectivo. La cooperativa funcionaba con los recursos del Estado, que los aportaba a través de la Subsecretaria de Transporte. Los tercerizados eran monotributistas, no tenían vacaciones y ganaban una tercera parte del convenio de lo establecido en el convenio. La Unión Ferroviaria no quería que los tercerizados pasaran a planta. En siete meses, no vinieron a una sola negociación. Hay una contradicción muy grande: un sindicato no puede estar de los dos lados del mostrador. Se supone que está para defender a los trabajadores. En el ferrocarril, en cambio, tenemos jefes que son delegados sindicales. No se pueden defender los intereses de la patronal y los de los trabajadores simultáneamente. Me parece una cuestión de principios”. Franzín dijo que “la Unión Ferroviaria es una organización vertical. La jerarquía en el Roca viene en el siguiente orden: Pedraza, Fernández y Pablo Díaz “. También declaró que “cuando yo entré al ferrocarril, los ingresos pasaban por la gerencia de recursos humanos. Cuando llegó Ugofe, el sindicato paso a poner al gerente. En los talleres, metieron a mucha gente. Amigos, familiares… los consideran ‘gente que les debe favores’”.
El último en declarar fue Juan Molina, otro trabajador del taller que fue reclutado por la patota para evitar el corte de vías. Aunque admitió haber ido “obligado” por temor a perder su empleo, su testimonio apuntó a deslindar de toda responsabilidad a Pablo Díaz. En las escuchas judiciales de la causa, consta una comunicación telefónica de su padre, ex ferroviario, con “El Gallego” Fernández. En esa misma comunicación, el joven Molina establece una cita con el jerarca de la UF. Molina había negado esa conversación. Nuestra querella solicitó que se le hiciera escuchar el audio para que reconociera su voz. El tribunal, por mayoría, no dio lugar a nuestro pedido.
El juicio continúa avanzando y acumulando pruebas contra Pedraza, su patota y los policías que fueron cómplices del crimen de Mariano. Al mismo tiempo, las bandas de la burocracia pedracista siguen actuando impunemente.
Más que nunca, perpetua a Pedraza.

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