Ugofe y la Unión Ferroviaria se asociaron para que unos 120 trabajadores de los talleres de Remedios Escalada salieran con "permiso gremial" el 20 de octubre. La mayoría fueron llevados como rehenes de la patota de criminales que mataron a Mariano Ferreyra. Esto nos conmocionó y asqueó.
De los convocados en el "teatro de operaciones", armado por la banda del Gallego con protección policial, un grupo importante de compañeros se fue a sus casas a pesar de las presiones de Pablo Díaz. Cuando vieron la calaña de los elementos reclutados, se retiraron de las vías con expresiones de repudio, aunque otros, presionados, aceptaron participar pasivamente, pero se fueron retirando ante los hechos aberrantes que presenciaban.
En los últimos tres años, Ugofe y la UF hicieron entrar al taller más de 150 ferroviarios, que hoy cuenta con unos 400 obreros. El propósito del ingreso masivo era simplemente llevar adelante los acuerdos patronales de UF/Ugofe y desbaratar a la oposición.
En el taller tenemos una importante tradición combativa. Siempre fue terreno opositor a Pedraza, que perdió una a una las elecciones de delegados hasta ese ingreso masivo que fue estratégicamente distribuido en las especialidades más opositoras del taller. La directiva de la UF dirige el taller con el acuerdo de la Ugofe, incluso por encima de los jefes, tratando siempre de quebrar la resistencia de los trabajadores.
En este sentido, el “Gallego” Fernández, en lugar de que ingresen a trabajar los hijos de los ferroviarios, apadrinó al Cristian Favale y a otros barras, quienes ya estaban en la lista de espera para empezar a “trabajar” en los talleres.
El asesinato ha generado una enorme bronca del taller y una crisis entre los propios participantes. La burocracia se valió de los permisos gremiales para cometer un crimen y para atacar a compañeros tercerizados, obreros como nosotros, cuando los permisos a los delegados son para organizar la lucha por las reivindicaciones.
Al vestir a la patota con uniforme ferroviario, la burocracia de Díaz y Pedraza cometió otro crimen: enlodaron casi 140 años de historia de la Unión Ferroviaria, uno de los sindicatos pioneros de la clase obrera de Argentina.
Es el momento de dar vuelta las cosas. Pedraza ya perdió dos elecciones de las tres que hubo, en el Sarmiento y en el Belgrano; y en el Mitre la oposición sacó el 40% con mucha abstención por la bronca. A Pedraza y a sus patotas y negociados les llegó la hora. En el taller tenemos que revertir las malas condiciones de trabajo como resultado de la desinversión ferroviaria. Que se otorguen las categorías a los compañeros discriminados. Que tengamos una verdadera comisión de reclamos que supere a la que nos impusieron con listas sábanas e ingresos tipo Favale.
La recuperación de la verdadera bolsa de trabajo, con prioridad a los hijos de los obreros ferroviarios, por antigüedad de inscripción e idoneidad técnica para el cargo es, como se aprecia, un objetivo estratégico, no sólo para la familia ferroviaria sino para la salud del ferrocarril.
1. Fuera la patota patronal del taller.
2. Organicemos una Comisión de Reclamos de los trabajadores.
3. La utilización de permisos gremiales deberá refrendarse por asamblea.
4. Relevamiento obrero de todas las instalaciones para exigir reparaciones y la puesta a punto edilicia. Las condiciones de trabajo bajo techos destruidos y que se llueven, con zonas que se inundan son altamente peligrosas para desenvolver nuestro trabajo diario.
5. Recategorización inmediata de los obreros discriminados por no doblegarse a la patota.
6. Confeccionemos la lista de hijos de ferroviarios para que ingresen a trabajar.
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