Pedraza: ¿A cambio de qué su voto K en la CGT?


(Publicado por sitio plazademayo.com, 13/06/12)
José Pedraza, jefe de la Unión Ferroviaria y preso por el crimen de Mariano Ferreyra, anuncia su voto por Caló en la central obrera, candidato de la presidenta Fernández. ¿Operativo impunidad?
Pedraza, detenido en su piso de Puerto Madero.

Cuando el jueves 7 de junio Florencio Randazzo y Alejandro Ramos -encargados a nivel nacional del transporte- llegaron a los Talleres Ferroviarios de Remedios de Escalada, leyeron en silencio la consigna pintada con gruesas letras molde en el largo paredón que recibe a quienes visiten el lugar: “Libertad a los compañeros. ‘Gallego’ Fernández conducción. UF”. El color de las letras era verde. El histórico color de las banderas de la Unión Ferroviaria, sindicato de los trabajadores del ferrocarril, cuyos dos máximos líderes, José Pedraza y Juan Carlos “El Gallego” Fernández, permanecen tras las rejas acusados de haber sido los instigadores políticos del crimen que culminó con la vida del militante Mariano Ferreyra, del Partido Obrero. Se trata, junto a los otros integrantes de la patota que atacó la manifestación de los tercerizados ese 20 de octubre de 2010 que también están presos, de “los compañeros” sobre los que se reclama libertad en la consigna pintada en el paredón. Junto a Randazzo y Ramos se encontraba Antonio Guillermo Luna, secretario de Transporte Ferroviario, hombre del gremio La Fraternidad, que agrupa a los conductores de los trenes. Fueron recibidos por la Comisión de Reclamos –el núcleo del cuerpo de delegados del ferrocarril Roca- de la Unión Ferroviaria. Uno de sus miembros es Aldo Amuchástegui, delegado en los propios Talleres, acusado de ser uno de los principales reclutadores de la patota que terminó con la vida de Ferreyra y dejó gravemente herida a Elsa Rodríguez, otra militante del PO. A ellos se unió en la recorrida de los Talleres un grupo de alrededor de cincuenta personas que portaban banderas de tono celeste y blanco del sindicato La Fraternidad. Juntos terminaron el tour. Días después, el martes 12 de junio, trascendió en una nota firmada por Mariano Martín publicada en el diario Ámbito Financiero que José Pedraza había acordado, desde la cárcel, votar en el confederal de la Confederación General de los Trabajadores por Antonio Caló, el candidato a suceder a Moyano, bendecido por la presidenta Cristina Fernández y el kirchnerismo.
“Unos días antes habíamos tapado esa pintada y pintado la consigna que habíamos votado: ‘30 por ciento de aumento ya. Asamblea del taller’ –cuenta Germán Sandri, obrero de la sección soldadura de los Talleres y miembro de la agrupación Causa Ferroviaria-. Habíamos hecho petitorios firmados por los cuatrocientos trabajadores pidiendo el treinta por ciento de aumento. El día que la Unión Ferroviaria llamó a un paro, hicimos una asamblea, paramos y recorrimos los pasillos del taller con cuatro centenares de trabajadores reclamando ese aumento y rechazando la propuesta de la dirección del sindicato. Ese día Amuchástegui tuvo que bajar a la asamblea y escucharnos. Al principio sólo quería hablar con los referentes de la movilización, pero lo conminamos a que rindiera cuentas ante la asamblea. Fuimos la única sección del ferrocarril que hizo una medida semejante y Amuchástegui lo tuvo que reconocer, intentando congraciarse con nosotros. Él, que fue el máximo reclutador de la patota que partió de estos talleres para atacar a los tercerizados aquel día”.
Pedraza integra, con este voto anunciado, el grupo de diecinueve jerarcas sindicales que obedecerán la orden presidencial de soltarle la mano a Hugo Moyano –el burocrático jefe de Camioneros que, en los años setenta, formó parte de los grupos de choque motorizados por la Concentración Nacional Universitaria (versión marplatense de la Triple A), mientras dirigía la Juventud Sindical, organismo que hoy revive de la mano de su hijo Facundo (…)
La Unión Ferroviaria, luego del asesinato de Ferreyra y la detención de sus líderes burocráticos, se encuentra en medio de una interna feroz que reproduce el frágil equilibrio de poderes (o, mejor dicho, división  de negocios) que la caracterizaba. Guillermo D’Angella es el hombre de Pedraza, Néstor Raúl Pais representa al “Gallego” Fernández. En la segunda línea, pero con un peso propio y gran poder, se encuentra Armando Matarazzo –a nombre de quien estaba registrada la cooperativa Unión del Mercosur, empresa tercerizadora propiedad del sindicato que hiperexplotaba a sus trabajadores y que decidieron defender con violencia fulminante-, quien expresa la tendencia kirchnerista más acérrima en la organización gremial. A pesar de que los moyanistas declararon que habían incluido entre sus filas a los dirigentes de la Unión Ferroviaria, no parece una caracterización acertada: kirchneristas todos, se opusieron al líder camionero desde siempre y en todas sus tendencias. El apoyo a Caló realizado por José Pedraza podría implicar una negociación con sectores del gobierno respecto a su futuro en cuanto al juicio oral que se iniciará el 6 de agosto -la puesta en marcha de un operativo de impunidad-, a la vez que una forma de recuperar la iniciativa en la caótica interna sindical. La disputa interna podrá afectar lugares de poderío económico pedracista, como el rol que cumple su esposa Graciela Coria, directiva del Belgrano Cargas, o Juan Araya, directivo de Sofse, un organismo del Estado que podría hacerse cargo de algunas líneas del ferrocarril. El apoyo a la orden emanada desde la Casa Rosada –“todo el poder en la CGT a Caló”- cuenta ahora con la solidaridad de José Pedraza, acusado de ser el jefe de una asociación ilícita gremial que acabó con la vida de Mariano Ferreyra. La pregunta que retumba es: “¿Qué negoció Pedraza a cambio de su su voto positivo a los designios de la presidenta?”

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tenemos que soportar el asco de no poder echar a la burocracia, salvo que todos los ferroviarios tomen conciencia ya mismo de que hay que agruparse con los que están luchando y formar un frente opositor.El miedo todavía sigue haciendo efecto sobre muchos compañeros.Tienen terror de que salgan en libertad los asesinos y de que continúe su impunidad.Es peor el miedo que los empuja a ser serviles con la burocracia,que su inercia.