La burocracia de la Unión Ferroviaria está desplegando una campaña contra la lucha de los despedidos y tercerizados en la Línea Roca. Esta consiste en tratar de despegar a los compañeros de la planta permanente de los tercerizados en lucha. Pasacalles en todas las cabeceras proclaman, con curioso orgullo, que "los ferroviarios no cortan vías".
Sin embargo, la historia no dice lo mismo. Y para muestra basta un ejemplo.
El 27 de diciembre del 2000, las bases ferroviarias lograron imponerles a las patronales la reincorporación de 20 despedidos y dejar sin efecto trece suspensiones contra los trabajadores de La Fraternidad. Los despidos y las suspensiones eran una medida de represalia de las patronales por las movilizaciones del gremio por aumento de salarios, discusión de los convenios y la Obra Social.
Ante los despidos, la dirección de La Fraternidad decidió la realización de un paro, pero sin abocarse a su organización. La resultante fue que las patronales alistaron formaciones con personal superior y armaron un esquema que permitía correr algunos trenes.
Durante la mañana se puso en marcha un método que fue incorporado en la huelga general de 36 horas del 23 y 24 de noviembre del 2000: el piquete cortando las vías.
Al mediodía los piquetes habían quebrado a las empresas. En el mejor de los casos las patronales lograron hacer correr parcialmente los trenes solo a la mitad de su recorrido. Se instalaron piquetes en Victoria, Castelar, José León Suárez, Constitución, Villa Lynch, Boulogne y Tolosa, abarcando todas las líneas ferroviarias urbanas.
Las bases de la Unión Ferroviaria participaron en muchos de los piquetes, lo que es otro síntoma de la radicalización que se venía operando en los gremios antes del levantamiento popular de diciembre del 2001. Como resultado de esta lucha, el gobierno dictó una conciliación obligatoria con los despedidos adentro y anuló las suspensiones.
Después de la gran huelga general de 36 horas de noviembre del 2000, donde también los piquetes garantizaron el paro, en la base de los gremios ferroviarios existe la profunda convicción de que éstos se han transformado en una herramienta de lucha fundamental. Afectan efectivamente los intereses económicos de las empresas y quiebran la cooptación de la burocracia sindical por parte de los gobiernos de turno.
Y así, podríamos escribir un libro de los diez años de historia reciente en el Mitre, el Sarmiento, el Belgrano Norte y, más que en cualquier otra línea, en el Roca, donde más de 400 compañeros de las ex tercerizadas Técnica Industrial, Poliservicio, Servicio Express, Cattering World y movimientos de desocupados varios ingresaron a la planta permanente y al convenio ferroviario.
Uno de estos compañeros, lamentablemente agredido en el último corte de los despedidos y tercerizados del Roca, nos decía: "que no me quiera usar el gremio: soy solidario con la lucha de ustedes porque yo la viví y, gracias a eso, soy ferroviario".
La nueva generación dará cuenta de la casta sindical que colaboró con el gobierno más entreguista de nuestra historia y permitió que quedaran en la calle decenas de miles de compañeros. Esa burocracia hoy se arropa con el título de "nacional y popular". Pero aunque vista de seda, mona queda.
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